1. INTRODUCCIÓN
A todos es evidente que la Ciencia y su aplicación práctica, la técnica, son el
factor soporte y dominante de las actuales estructuras social, económica y cultural.
Las revoluciones industriales de los siglos XVIII y XIX desarrollan el maquinismo
y la química, proporcionando a la humanidad energía y productos químicos
artificiales que suplen y multiplican las funciones del músculo y las materias
naturales.
Lo que no es tan evidente, quizá por falta de perspectiva histórica, dada la rapidez
de la transformación, es la radical influencia socio-cultural de la revolución
científico-técnica presente, cuyos fines no son sustituir «músculos» y «materiales»,
sino que intentan emular y suplir las más nobles funciones humanas: los procesos
simbólicos de pensamiento y comunicación.
No son, como pueda creerse, la física nuclear, la astronáutica,..., sino la informática,
la cibernética, la telemática, la robótica y la genética, las ciencias rectoras
y características de la modernidad, que están configurando al hombre actual y
su medio en forma y grado insospechados.
De aquí la creciente preocupación de los científicos por los procesos semióticos
y su concreción en el lenguaje científico, incluyendo tando los «lenguajes universales»,
formales, de la lógica y de la matemática, como de los «lenguajes regionales»,
formalizados, de las ciencias físico-químicas, «genético» de la biología,
«de programación» de los ordenadores,... etc
Hoy en día nadie duda de la importancia del discurso científico en nuestra cultura ni del dominio que el inglés ejerce en el ámbito de la ciencia. En el mundo académico, una consecuencia de este poder ha sido el interés sin precedentes que durante las últimas décadas se ha despertado en torno al estudio de este tipo de discurso, tanto desde el campo de las humanidades como desde las mismas ciencias por parte de eruditos de procedencia diversa entre los que hay que destacar lingüistas, filósofos, historiadores de la ciencia, así como científicos en general, dejando atrás esa injustificada presunción de que los intereses de científicos y humanistas son diametralmente opuestos. Como muestra de lo que decimos basta repasar los numerosos trabajos realizados por profesionales de la ciencia sobre el tema. A modo de ejemplo podemos citar las aportaciones de Keller , Gould , Alley o Navarro y Hernández y Gutiérrez en el ámbito nacional.
En el contexto universitario español su estudio ocupa actualmente un lugar de privilegio —insospechado hace tan sólo unos años— habiéndose constituido como asignatura tanto en Facultades de Ciencias como de Humanidades; en este último caso se suele encuadrar dentro de los estudios de Filología, aunque también en las Facultades de Traducción es objeto de atención.
Con todo, el alumno universitario suele poseer un conocimiento impreciso del discurso científico, marcado por generalizaciones tradicionalmente empleadas para describir este tipo de lenguaje y que son el resultante de compararlo y, en ocasiones, de oponerlo al lenguaje literario o al lenguaje general. Así, aún pervive la idea de que el lenguaje científico es objetivo, transparente, imparcial, impersonal y podemos continuar con una lista de adjetivos afines. La razón que justifica esta forma aséptica de describirlo se sustenta en la idea de que el fin primordial del discurso científico es informar. Desde esta perspectiva tradicional el lenguaje científico se concibe como todo aquello que no es expresivo, ni emotivo, ni evocativo, ni persuasivo; no se le aplica ningún calificativo tradicionalmente asociado con el lenguaje literario. Locke. cita una publicación de G. Slusser y G. Guffey donde los autores establecen una diferenciación entre los dos modos de discurso, el literario y el científico, sobre la base de que el primero es prioritariamente perceptual mientras que el segundo es ampliamente conceptual.
Ahora bien, esta apreciación del discurso científico tan arraigada todavía en nuestra cultura ha sido muy cuestionada en numerosos trabajos de investigación que, desde diversas posturas ideológicas, coinciden en plantear una alternativa a la referida visión tradicional. Esta alternativa no ha de asociarse a una única posición ideológica surgida en respuesta a la visión tradicional sino que debe considerarse el resultado de la confluencia de diversas corrientes de pensamiento que entienden el conocimiento científico como la adquisición de conocimiento nuevo, proceso éste que ha de efectuarse mediante la experimentación y que, por tanto, estará en contraposición con aquella otra posición que deriva de la concepción de seguridad epistemológica positivista.
Entre las distintas corrientes críticas existen diferencias notables pero, de forma casi unánime, todas coinciden en señalar la importancia del contexto para entender el texto y plantean —como no puede ser de otra manera— una nueva interpretación del concepto de ciencia, del científico y del documento científico muy influenciadas por los trabajos de Kuhn y Fleck[. Sin duda alguna, conocer los argumentos y las razones aducidas para refutar la concepción tradicional enriquece nuestra percepción del discurso científico, pudiendo incluso llegar a modificarla; creemos, por tanto, que merecen ser tenidos en cuenta. En las siguientes páginas repasaremos sucintamente las diferencias entre las dos visiones anteriormente mencionadas, centrándonos en torno a tres conceptos claves muy interrelacionados entre sí. El primero, la concepción del lenguaje, algo sobre lo que ya hemos hecho algunas referencias; el segundo, estrechamente ligado con el anterior, su concepción de la ciencia; y el tercero, su concepción del documento científico.
2. EL LENGUAJE CIENTÍFICO
Cuando un investigador redacta
los resultados de sus trabajos, utiliza el lenguaje científico. Igualmente,
cuando los alumnos de cualquier nivel estudian una determinada asignatura o
realizan un trabajo escolar de investigación en cualquier disciplina, manejan
el lenguaje científico. En una revista
de divulgación se utiliza también este lenguaje, aunque matizado en sus
elementos mas críticos por condicionantes periodísticos. En un prospecto de
medicinas, en un manual de instrucciones, en un libro de texto, en una revista
especializada, en la lista de ingredientes de una lata de fabada asturiana, en
el informe de un radiólogo .., en todos estos textos, y en muchas mas, se
utiliza alguna variedad de lenguaje técnico o científico.
En realidad, un individuo de
cultura media esta constantemente en contacto con esta variedad; porque el
lenguaje técnico-científico no es mas que una variedad de habla que resulta de
adaptar la lengua común a la comunicación de contenidos técnicos o científicos.
3. CARACTERÍSTICAS DEL LENGUAJE
CIENTÍFICO
El lenguaje técnico - científico
no es uniforme. Cada rama del saber, cada disciplina, utiliza un lenguaje
propio. Mas que de un solo lenguaje científico pues, habría que hablar de
variedades o subsistemas que coinciden
en unas característica comunes.
Como el resto de los lenguajes especializados.
El técnico científico solo es utilizado por sus hablantes en una parcela de su
actividad; fuera de ella hacen uso de la lengua común. La dificultad de estos
lenguajes los convierte en algo difícil de
comprender para el resto de los hablantes.
Los textos científicos deben
observar las cualidades fundamentales de la ciencia: objetividad, universalidad
y verificabilidad.
Teniendo en cuenta todo lo
anterior, trataremos de extraer el denominador común de los textos que pueden
caracterizarse como científicos.
3.1 OBJETIVIDAD
Se basa esta en datos reales.
La ciencia adecuar de la manera mas exacta, el termino al objeto o fenómeno”.
Por tanto el lenguaje científico tiene un carácter expositivo el cual persigue la objetividad.
La objetividad se consigue diluyendo la importancia dl sujeto, estacando los hechos y los datos, y determinando las circunstancias que acompañan los procesos.
3.2 UNIVERSALIDAD
La universalidad del lenguaje científico, a el interés mundial que pueda tener la difusión de trabajos científicos en distintas aéreas del saber.
La universalidad del lenguaje científico se da por que este puede ser comprendido por cualquier miembro dela rea científica al que se dirigen.
De allí la importancia de su terminología especifica y de los tecnicismos, que pueden ser traducidos de una lengua a otra sin interpretaciones erróneas.
3.3 VERIFICABILIDAD
La ciencia, entre sus objetivos, la demostración de los saberes, necesita que sus investigaciones, y los resultados de ellas derivados aporten pruebas suficientes para justificar su veracidad.
4. PRINCIPIOS DEL LENGUAJE CIENTÍFICO
Esta obligado a utilizar palabras y expresiones propias de
la materia tratada.
Las cualidades del lenguaje científico exigen la objetividad,
la universalidad y la verificabilidad.
La consideración de la capacidad del receptor.
La diferente capacidad entre un receptor especialista en la
materia y otro ignorante obliga a la redacción
de textos científicos.
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